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AL FINAL DE LA VIDA Y DE ESTA PANDEMIA, NOS EXAMINARÁN DEL AMOR

julio 21, 2020

Cuando nuestros colegios están preparando la clausura del curso, con las incorporaciones de los nuevos bachilleres de forma virtual, nos parece que es un sueño al no tener como otros años un escenario que preparar , adornos, ensayos, músicas discursos y graderíos llenos de invitados que aplauden, nervios de los estudiantes, emociones de los padres al poner a sus hijos la capa y ver como en las cabezas de sus hijos colocaban el signo de ser investidos bachilleres .anillos de recuerdos en sus dedos, madrinas y padrinos y cuantas cosas más.

Solo será una imagen vista en la pantalla, no habrá el abrazo del amigo , la felicitación del profesor, nos se echaran al aire los gorros para gritar el nombre de nuestro colegio, ni la foto de la promoción, no hay marcha atrás.

Todo lo ha cambiado un virus, ¿algún enemigo sembró este virus en nuestro campo? Nadie se figuraba un final de curso como el que estamos pasando, no estábamos preparados para esta realidad, no lo queremos creer que sea así , sin embargo nada tan triste como querer negar la realidad. En medio de la nostalgia y cierta rabia, tenemos que doblar la rodilla y a nuestra pregunta ¿Por qué tiene que ser así? Solo escuchamos en el silencio y muy adentro de nuestro corazón dolorido, como un susurro, no te importe el como te encuentras , lo lograste, eres bachiller a pesar de todo tu alrededor . como un campo después de la batalla siempre hay tristeza por un lado, al contemplar los muertos tendidos en el campo, pero elevando los ojos arriba nace la alegría, al ver hondear la bandera de la victoria en lo alto del mástil como señal del triunfo alcanzado.

Por ello la esperanza nunca muere cuando se lucha por ideales que siempre perviven. El tiempo pasa no vuelve atrás, pero la historia queda escrita, la guerra la ganan los héroes que nunca se dan por vencidos, recordaremos en el futuro el presente que vivimos, mas el futuro está por delante es el horizonte que siempre podemos divisar con una mirada profunda y lejana, más siempre mas cercana de lo que podemos imagina, pensar no en el atardecer que ya pasó al final del día, sino esperar el nuevo amanecer después de la noche. Jesús murió al atardecer del viernes santo pero con la esperanza de resucitar en el amanecer del domingo sin ocaso. Pensamos que la vida debiera ser siempre un nuevo amanecer pero para ello debe existir también un atardecer.

La gloria resplandece como un renacer después de la lluvia que fecundó la semilla en la oscuridad del surco debajo de la tierra, sabiendo que si el grano de trigo no muere no habrá fruto ni espiga, y un grano que resurge multiplicado en nueva vida.

Quizá sabemos poco de agricultura o de jardinería , quizá no entendemos porque el agricultor poda la vid del campo o los frutales y hay que podar el árbol para que de más fruto y mas vida . Quisiéramos entender la palabra podar y purificación, mas que entender, asumir como necesario en nuestra vida. Quizá mucha gente la vive y no la entienden y otros que la entienden no la viven. La vid cuando la podan, sus sarmientos, lloran junto a la cepa, soltando como perlas trasparentes sus lagrimas en los cortes de sus ramas, donde brotaran en la primavera, las yemas de nuevas ramas o sarmientos que darán nuevos frutos.

Hoy cuando sufrimos esta pandemia queremos dar interpretaciones, y entre ellas verlo como una poda o una purificación de nuestra vida y de nuestro mundo. ¿Qué mismo querrá Dios de nosotros en medio de la prueba? ¿Que nos querrán decir los días aciagos de la vida cuando huimos del dolor y el sacrificio, buscando días placenteros, victorias y triunfos, alabanzas o aplausos , buscando éxitos cuando quizá se vinieron abajo nuestros cálculos y proyectos, no solo debemos buscar y medir con nuestras reglas resultados que se puedan contar y pesar mientras que hay otras medidas y balanzas que pesan no los resultados y éxitos humanos, sino el peso del amor, de la esperanza, de la verdad, de la justicia, de la misericordia y el perdón ,de la solidaridad y preocupación de los demás en el silencio y el anonimato antes que nuestra preocupación por nuestras seguridades

Al final del curso evalúan a los alumnos y los examinan para ver cuanto han aprendido y concederles la calificación . Será que nos puedan examinar del amor que hemos tenido con los demás en este tiempo, nos examinaran por lo que pudimos hacer y no hicimos, si antes que juzgar ¿porqué? Nos preguntáramos, ¿qué quieren de mi?

Quizá entenderíamos que los caminos de Dios son diferentes de nuestros caminos, será que quieran examinar mi fe, ¿hasta donde llega mi fe ante la prueba? la esperanza en la tormenta, aquel que en mi vida sembró la fe, el amor y la esperanza. ¿ vendrá a ver si hay frutos de lo que sembró.?

Algo hemos de haber aprendido de esta pandemia, donde se nos fueron seres queridos, amigos entrañables, gente valiosa a nuestros ojos y no pudimos detenerlos y recuperarlos. Quizá algún día volvamos a verlos en aquel paraíso que soñamos llegar todos.

Seguro que si aprendimos varias lecciones. El mundo y sobre todo ciertos países poderosos , gobernantes engreídos en su creer que todo lo tenían bajo control, no pudieron controlar un virus tan pequeño , y debemos aprender, como la fuerza no está en lo grande ni en lo fuertes que nos creamos, aprendimos la fragilidad del ser humano y la limitación de la ciencia y de las naciones y de los sabios y entendidos. Jesús decía:” gracias Padre porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla, si Padre así te ha parecido bien”

Es bueno aprender a saber reconocer nuestras limitaciones con espíritu de humildad y sencillez, “aprended de mi dice Jesús,” que soy manso y humilde de corazón y encontrareis vuestro descanso”.¿ quien no quiere encontrar un descanso?, cuando nuestras fuerzas parece que se han ido agotando en medio del confinamiento, en ese aguantarse con una presencia permanente dentro de cuatro paredes donde aprendimos a convivir dependiendo de los demás, cuando la ansiedad y el estrés han saltado las alertas y el combate con el virus ha sido como una guerra sin cuartel, y en los cuarteles faltaron las armas para sanar pero no faltó el amor y el perdón , se nos prohibió el encuentro con los demás y las aglomeraciones de las fiestas, se nos cerro el templo temporalmente para pasar hacer de nuestras casas templos vivos para rezar y celebrar nuestra fe en familia.

Aprendimos que la misericordia divina es la única salvación siempre y en especial al final de nuestras vidas terrenas, y la debemos suplicar con fe y confianza. Porque como dice la palabra de Dios: “Dios no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y viva y todos nos sentimos pecadores. “Aprendimos a tener paciencia con los demás como Dios tiene paciencia con nosotros.

Solo nos queda aprender que las cosas que pasan deben tener un fin, no pasan porque si. Esta pandemia también pasará y la vida sigue, pero debemos saber interpretar los signos por los que Dios nos habla y quiere que le escuchemos, tengamos siempre nuestro corazón abierto como el suyo, lleno de amor .

El amor lo cura todo y el tiempo pasa, el amor no pasa nunca al final de la vida nos examinarán del amor. Pongamos nuestra confianza como María con una amor gratuito de fidelidad:. “Hágase en mi según tu palabra” y sigamos soñando como nos pide el Papa en su Exhortación Apostólica Querida Amazonia.