Cuando la REPAM está celebrando 10 años de vida y cuyo trabajo de esta década, ha sido defender la vida de la Amazonía para el cuidado de la casa común, hermosura exuberante y belleza creada por Dios, también defender los derechos humanos de sus pueblos que la habitan, nos preguntamos, ¿cuál cuesta más? ¿defender el petróleo de los pozos abiertos y de la minería de nuestras tierras que contamina los ríos dando muerte a los peces, sembrando de enfermedad y muerte de nuestros pueblos o defender la vida y la libertad de estos pueblos?
Pueblos que cada día son más esclavos de las migajas que las compañías ricas dejan caer de su mesa o de los que se hacen ricos con el oro ajeno extraído de nuestros ríos y tierras, que dejan ganancias para unos pocos a cambio de contentar a los pobres con el poder llevar un pedazo de pan a la casa, para darte de comer hoy, pero traer hambre y desierto para mañana.
Después de contemplar la realidad de nuestros campos cada día más devastados, y escuchando la voz de protesta de los territorios que sufren las consecuencias, de la plaga de corrupción infiltrada a bajos y altos niveles como se va descubriendo cada día, queremos una vez más alzar la voz ante la injusticia y ante los que tienen la obligación de administrarla y hacerla cumplir.
La paciencia y la resistencia de nuestros pueblos se debilita ante la inoperancia de los que deben administrar la justicia, se debilita ante el engaño de falsas promesas, de las bonitas palabras de los poderosos que embaucan y manipulan queriendo comprar las voluntades de los vulnerables, para saciar su codicia a cambio de extraer la riqueza de los pobres.
No podrán hacer callar la voz de sus conciencias, ni podrá el dinero comprar el juicio de aquel que lo ve todo, no podrán esconder su egoísmo e interés personal por encima del bien común. Ante las sentencias dadas por la justicia como en el caso de los mecheros petroleros en la Amazonía mandando anular los mecheros, pero no obligando a que lo ejecuten las compañías.
Quizá nos conviene oír las palabras de Jesús a los escribas y fariseos de su tiempo: “no imiten a los maestros de la ley, hagan y cumplan lo que dicen, pero no los imiten, ya que ellos enseñan y no cumplen.” Mt.23,3
Estos días hemos celebrado el día de la mujer reclamando sus derechos en la sociedad en igual de condiciones que los hombres, asistimos al foro de las mujeres amazónicas, acompañamos la marcha de las mujeres en contra de la violencia que sufren ellas.
Todo ello muestra una vez más, el papel que Jesús tuvo con la mujer, defendiendo y dando apoyo a la mujer, como lo está haciendo la Iglesia hoy en una Iglesia sinodal.
No caigamos en la impunidad, exijamos que la voz de la Amazonia sea escuchada y siga resonando en los oídos y en las conciencias de los que deben tomar decisiones para una mayor justicia con la Amazonía. No dejemos de levantar nuestro brazo con mano abierta de solidaridad con los pobres y excluidos. Pensemos en tantas familias que sufren en la pobreza y el olvido, no vendamos nuestra libertad y dignidad por un plato de lentejas como Esaú a Jacob la primogenitura. No nos dejemos comprar la tierra que debe ser herencia de nuestros hijos. Todos tenemos el derecho de ser escuchados y defender la tierra que forma parte de nuestra vida y que Dios nos regaló, que Él nos de la sabiduría y fortaleza para defenderla y vivirla. AMAZONIZATE ¡¡LA REPAM SOMOS TODOS¡¡ PORQUE TODOS RECIBIMOS DE ELLA!!