Cuando llega esta semana, la llamamos SANTA, como que las demás semanas no pudieran ser tan santas como está. En esta semana Santa, cada año Dios deja caer en el mundo un río de perdón que purifica, un fuego de amor que nos acrisola y una lluvia de gracia que nos santifica. Dios hace una llamada profunda al corazón, una llamada universal a todos los hombres y mujeres del mundo, y una llamada permanente a buscarle y seguirle.
Tiembla el mundo y llora la tierra, ¿no habrá de temblar nuestro corazón ante un Dios que muere de amor por salvar un mundo perdido y pecador?
Me viene a la mente aquellas palabras de la canción que dice, “anoche soñando he visto a Dios llorando, jamás lo olvidaré y ahora que estoy despierto aun me parece cierto, voy a contar al mundo lo que soñé.” Yo vi llorar al Dios y al preguntar porque lloraba, Él me contestó, que por nosotros se apenaba, porque ya no cumplimos sus santos mandamientos y nuestros pensamientos se alejan de su amor”
Es como un lamento de Dios, que mirando el mundo que con tanto amor creó, lo ve manchado, resquebrajado y roto por el pecado, dando la espalda a la oferta de santidad que estos días nos regala.
Esta Semana Santa, los cristianos católicos celebramos los grandes misterios de nuestra fe, a saber, la Pasión Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Jesús unos días antes de empezar su pasión subía a Jerusalén y desde el monte de los olivos, contemplando la ciudad de Jerusalén lloró, y dijo: si comprendieras lo que conduce a la paz, pero está oculto a tus ojos, cuantas veces quise juntar a tus hijos como la gallina junta sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste”. Hoy como nunca, el mundo necesita de unirse y dar un testimonio creíble como el que pedía Jesús a su Padre Dios: Que todos sean uno como tú y yo somos uno y el mundo crea que tú me has enviado” Jn 17,21.
El gran pecado del mundo de hoy, es el increencia y la perdida de conciencia de pecado, con una moral relativista y una ética incoherente con su fe, el hombre quiere justificar todo su actuar de forma subjetiva, buscando solo de forma egoísta su propio interés, muchas veces actuando contra las leyes de Dios, las leyes naturales, o contra los derechos humanos.
En esta Semana Santa, Dios quiere dar una sacudida a nuestra conciencia, para hacernos ver en donde nos encontramos, y poner rumbo cierto a nuestra vida tantas veces pareciera sin rumbo y sin brújula. Nos espera con el perdón en su corazón, para abrazarnos como al hijo pródigo en la confesión ¿a que esperamos? lo necesitamos.
En esta Semana Santa, celebramos en nuestros templos los actos litúrgicos más solemnes e intensos de nuestra fe.
Estos días no deben ser días solo de vacación y descanso laboral, sino dedicarlos también para el encuentro más intenso con Dios en la oración, debemos vivir con gran fe y devoción este triduo pascual, del jueves, viernes y sábado santo, para culminar con el alba del domingo de Resurrección.
Son días para contemplar los grandes regalos que Jesús nos deja el día de jueves santo, el misterio oculto de la Eucaristía alimento para nuestro espíritu, el Sacerdocio a través del cual Dios nos santifica con su ministerio y el ejemplo de servicio lavando los pies a sus discípulos, dejándonos el gran mandamiento del amor.
Contemplar el viernes santo a un Dios que hecho hombre por amor a nosotros, sufre como nadie ha sufrido, los dolores más crueles, siendo inocente, y muere en la cruz por nuestros pecados.
Lo grave de esta contemplación de la muerte de Jesús, es que ese Cristo sigue siendo condenado y crucificado, en tantos hombres y mujeres hoy, que como él son ajusticiados siendo inocentes.
Debemos también en esta Semana Santa celebrar con alegría…
Recuerdos de la celebración de los 32 años de vida del asilo; Hogar de ancianos Tomas Romero Gris en Puyo. Administrado por el Vicariato Apostolico de Puyo a través de las Hermanas. Hijas Mínimas de María Inmaculada
Por Mons. Rafael Cob, Obispo de Puyo.