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NAVIDAD: EMMANUEL: DIOS CON NOSOTROS. Mt..1,23 e Is. 7,14.

noviembre 28, 2021

Emanuel, es una palabra llena de esperanza y alegría, de firmeza y confianza, de seguridad y consuelo, palabra como la que diría Jesús a sus discípulos en aquella tormenta que amenazaba hundir su barca “No temáis soy yo” y con El llegó la calma y la paz.

Al comenzar este Adviento precedido por tanta desesperanza que ha dejado la pandemia, contemplando tanta violencia en el mundo, tantas fronteras que se cierran a los emigrantes, tanto caminar a la aventura, con miedo y temor, quisiera apoyarme en lo que le tocó hacer al profeta Isaías, el profeta que siempre anima a su pueblo a no perder la esperanza, que nunca se da por vencido, en medio de los nubarrones y tormentas anuncia que llega un nuevo amanecer de paz y alegría, es el profeta que se encarna con lo que el cristiano debe hacer en estos momentos que nos toca vivir, ser un animador de la comunidad y no dejar que los ánimos se caigan ante la adversidad.

Emanuel, es palabra que consuela y da firmeza, creo que este mensaje de Isaías son las palabras más adecuadas para un tiempo de adviento como el nuestro. ”¡Vigilancia y calma¡ No temas, no te acobardes ante esos cabos de tizones humeantes.” Is7,4.

En la vida hay muchos peligros y amenazas que son como tizones humeantes que nos asustan, pero para el que tiene su fe puesta en Dios ,todo es posible. Emanuel: Dios con nosotros. Es la fe que vence al mundo. Dios prueba al mundo y nos prueba también a nosotros, como probó la fe de Abrahán, sigue diciendo el profeta Isaías a Acaz, ”Si ustedes no creen, no subsistirán”.

Echamos una mirada a la realidad de nuestro mundo y ciertamente pareciera que no es el panorama como para echar las campanas al vuelo para cantar victoria, tenemos un mundo enfermo y su enfermedad no es leve, un mundo que sigue caminos errados, la ambición egoísta y el individualismo imperan, a pesar de las advertencias, nos cuesta aceptar la verdad, nos cuesta creer que necesitamos conversión. Vivimos en un mundo de increencia y de indiferencia. La tierra se calienta en exceso, los bosques se deforestan, los ríos se contaminan. Y nuestra casa común la tierra, ¿hasta cuándo aguantará? La pandemia sigue una lucha sin tregua y desgastante, ella llegó sin esperarla y se quedó, sin embargo la resistimos.

Dios le dice al rey Acaz que pida una señal a Dios, pero Acaz con miedo y temor se niega a pedirlo, creo que hoy también hay muchos Acaz, tímidos y llenos de miedo, faltos de fe en el Dios de la esperanza ante el futuro, Dios nos quiere dar una señal de salvación, cada Navidad es el Kairós de bendición para manifestar su poder desconcertante, su manifestación sorprendente y desbordante.

Es el Señor el que se adelanta con su anuncio en esta próxima Navidad, es la gran señal que Dios nos ha dado con su Hijo Jesús, la señal que se negó pedir el rey Acaz, la que anunció el profeta y se cumplió en la Virgen María: “Mira, la Virgen está embarazada, dará luz a un hijo que se llamará Emanuel, que significa Dios con nosotros”.

Mt.1,23Este es el gran anuncio que nos trae la Navidad, ha nacido el Dios con nosotros ,el Emanuel, y si Dios está con nosotros ¿Quién contra nosotros? He aquí la clave para el creyente, la alegre noticia que nos debe llenar no solo de una alegría que llega o que pasa, sino de una alegría que se queda, y se queda respondiendo al amor desbordante de un Padre que hace lo imposible, “y acampó entre nosotros” Jn.1,14, el es nuestro amparo, la noticia desbordante de un Dios hecho hombre que acampa entre nosotros, se hace uno de nosotros, se encarna en nuestra realidad, esto no se improvisa, esto responde a un proyecto divino, un proyecto de salvación y de gracia, el Dios de la eternidad, para el que mil años son como un día, el Dios que confía en nosotros para que nosotros confiemos en Él.

“Tanto amó Dios al Mundo que le dio a su propio hijo… Y todo el que cree en Él, tenga vida eterna”. Jn3,16.

Pero ante este anuncio que Dios hizo y ante esta promesa que se cumplió ¿cuál es nuestro actuar?, el Espíritu Santo va marcando un camino hacia aguas más profundas de una Iglesia en salida misionera, de una Iglesia sinodal que camina en comunión como pueblo de Dios en marcha, ante los agoreros de nubarrones y temores no nos negaremos a pedir a Dios nos marque el signo como hizo Acaz.

Debemos interpretar los signos de los tiempos como nos pide Jesús, no desde nuestra mente sino en nuestro corazón, donde el Espíritu Santo ilumina e inspira nuevos caminos en nuestra evangelización. Pongamos confianza en la palabra y en sus planes de Dios que siempre se cumplen y nunca fracasan, no como los planes humanos que prometen y no cumplen, es por ello que Isaias dice a sus enemigos: hagan planes, que fracasarán; pronuncien amenazas que no se cumplirán, porque tenemos a Emanuel. Is.8,10

Y si estamos convencidos que Dios está con nosotros, nos sentimos seguros en Él, como dice el apóstol Pablo: “Si Dios está de nuestra parte quién estará contra nosotros”. Rm.8,31

Por ello, en esta Navidad sembremos esperanza, porque tenemos fe y demos razón de nuestra Esperanza.

Por ello, en esta Navidad, vivamos con alegría, porque nace la Vida y la vida trae alegría, “Alegraos, os ha nacido el Salvador.” Por ello, en esta Navidad, vivámosla con amor, porque Dios es amor y el Padre tanto nos amó, que nos lo regaló y se manifestó en su hijo Jesús.

Por ello, en esta Navidad, construyamos la paz, porque ese fue el mensaje de la primera Navidad que nos desearon los ángeles del cielo y que Jesús príncipe de la paz nos enseñó.

Llega la Esperada Navidad, donde el encuentro se convierte en la familia del amor y ¿quién nos separará del amor de Cristo? Dios con nosotros se hace fraternidad y la fraternidad se convierte en comunión. No sea una Navidad más, sea la Navidad que tú necesitas, la Navidad que Dios te regala, la Navidad del compromiso eclesial, la navidad del compromiso social, la navidad de la Caridad. La Navidad es Emanuel, Dios con nosotros. Recíbela. Él nos ayude a ser una Iglesia siempre misionera, fraterna y sinodal.

Feliz Navidad para todos les desea el Vicariato Apostólico de Puyo.