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Escucha la voz de la creación

octubre 4, 2022

Un año más estamos celebrando el mes de la creación como espacio para concientizar al mundo de la necesidad del cuidado de la casa común que es nuestro planeta tierra y contemplar la maravillosa creación que Dios nos regaló.

Este año el tiempo de la creación es un nuevo espacio para asumir el mensaje que el Papa Francisco, con el lema “Escúchennos la voz de la creación”

En un mundo de tantas voces y de tantos ruidos debemos diferenciar  lo que es oír y lo que es escuchar. Hoy el mundo cada día escucha menos y habla más, cuando en realidad lo que tenemos que hacer es escuchar más y hablar menos. Los ruidos se oyen pero no se escuchan el ruido no nos ayuda a escuchar y por tanto no nos ayuda a la reflexión que es parte del proceso de la escucha, escuchar requiere silencio para cuestionarse, escuchar es una necesidad que debemos sentir como urgencia para ese equilibrio humano y mental de nuestra vida, que nos lleva al diálogo abierto, a la comunicación con los seres creados  por ese Dios que se comunica mediante su creación.

Hay en la comunicación varios lenguajes, pueden ser orales con sonidos, pueden ser escritos con signos.

Cuando decimos que escuchemos la voz de la creación, podemos hacerlo a través del leguaje de los signos sobre todo aquí escuchar, se identifica con contemplar. La creación habla a través de su exuberante vida, vida de las plantas, de las flores, de las montañas, la creación nos habla a través del agua, del río, de la cascada, de la quebrada, de los mares, de la lluvia, es voz del silencio que escuchamos por los ojos  además de por lo oídos.

Escuchamos en la contemplación que nos lleva a la alabanza a un Dios Creador, escuchar la obra creadora de Dios nos invita como S. Francisco, a abrir nuestro corazón para soltar la mirada a lo alto y levantar nuestras manos en posición de oración, escuchar el poder majestuoso que encierra  en las montañas donde la mirada se pierde en la cima coronada por la nieve, escuchar la creación es descubrir el misterio de los mares en su inmensidad y profundidad.

Escuchar la creación es descubrir ese misterio de la biodiversidad  interrelacionada en un mundo viviente donde todos nos necesitamos  en una ecología integral la creación es manifestación viva del creador y a través de sus signos nos envía su mensaje, en el sol que calienta la tierra o en el río que es cauce y camino o en la lluvia que riega y da vida a las plantas o la luna  y las estrellas que iluminan la noche, o en el viento que corre que sopla y que seca.

Escuchar y contemplar son palabras que se relacionan  mutuamente, y en este tiempo de la creación la tierra que contemplamos se convierte en no solo maestra que enseña sino también somos alumnos que aprendemos. Y en ese aprender de la Creación, y en ese escuchar y contemplar, en ese aprender y enseñar nos lleva a un actuar y este actuar nos lleva al compromiso, ¿qué hacemos para escuchar también no solo contemplando la belleza de la tierra sino también los gritos de ese rostro de la tierra manchado de codicia, manchado de contaminación que mata los mares y hace morir a los peces de nuestros ríos, la biodiversidad que muere cada día rompiendo el equilibrio de las casas, la deforestación que destruye nuestros bosques.

También eso es escuchar los gritos de la creación, ver como hemos desfigurado la belleza de la tierra, avanzan las amenazas convirtiéndose ya  en realidades que nos afectan, nuestra selva es desnudada de y envejece, la tierra llora y los glaciares se derriten, el calentamiento global grita fuerte y nuestra casa común se vuelve cada vez menos habitable. Y ante estos signos que contemplamos y escuchamos  no podemos quedar indiferente, la escucha nos ha llevado a la reflexión y la reflexión nos lleva a la acción.

Hace algunos años una declaración de la Conferencia Episcopal del Ecuador titulada “Cuidemos el planeta” a la luz del documento de Aparecida, decía: “La revelación nos presenta este mundo en que vivimos  como la obra de Dios. En él se manifiesta su sabiduría, su bondad, belleza y poder.( Aparecida 470) “Contemplar la belleza de la Creación es un estimulo para reconocer el amor del Creador, ese amor que mueve el sol y las estrellas…También la creación es manifestación  del amor providente de Dios, nos ha sido entregada  para que la cuidemos y trasformemos en fuente de vida  digna para todos, nuestra casa común es lugar de la alianza de Dios con los seres humanos y con toda la creación “Esta concepción teológica deja sin fundamento  a la idea de que el universo es solo un objeto de estudio, una mercancía de compra o venta o un espacio sacralizado  e intocable”.

El discípulo misionero a quien Dios le encargó la Creación, debe contemplarla, cuidarla, y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador” Aparecida 125

Para reflexionar, el Papa Benedicto XVI decía: si quieres cultivar la paz, custodia la Creación. En medio de una lucha a veces violenta  y a veces sistemática se ha ido destruyendo la Creación por intereses económicos y políticos.

Es el tiempo de actuar, quizá mañana sea tarde, pero aún estamos a tiempo, nos lo recordaba el Papa  Francisco. La lucha por el medio ambiente tiene un precio muy alto, en el que se juegan con vidas humanas. Ante la economía poderosa que corrompe las conciencias dando paso a la deforestación y explotación, dejando rastro de muerte y queriendo hacer callar la verdad. Pero la voz de los pobres  es más fuerte que la del dinero de los poderosos  que se creen dueños de la tierra. El grito del pueblo “la selva no se vende, la selva se defiende, y el pueblo unido resiste y no se rinde” sigue resonando en este continente de la esperanza, en nuestra Amazonia, su eco nos cuestiona ¿ como vivimos y defendemos la creación divina?.

El sueño ecológico implica unir el cuidado del ambiente y el de las personas , pues  la tierra y el hombre son inseparables, los dos son obra creadora de Dios. El Papa Francisco nos decía: “La primera  ecología es el cuidado de los hermanos, como el Señor nos cuida..” Todo en el cosmos está interconectado.

Quisiera en el día de la fiesta de S. Francisco, que nos comprometamos como él a crear fraternidad, llamar a la creación hermana tierra o hermano sol, hermana agua o hermana luna,  donde las relaciones del hombre con lo creado forman una misma familia, es entender que no podemos hacer daño al hermano de esta gran familia que es toda  la Creación.

Escuchar nos lleva a comprometernos en la lucha por salvar la casa común. Al finalizar la creación, Dios vio que todo era muy bueno  Gn 1,31. ¿Cuál es la tarea  pendiente que debemos hacer? Para que la tierra siga siendo reflejo de la bondad y del amor de Dios a nuestro mundo, nos invita a lo que el Sínodo amazónico nos pedía conversión ecológica integral, cambio de actitudes y  de forma de vida, no al consumismo voraz.

Defender la vida es defender el agua, defender la vida es detener la deforestación sembrando árboles, defender la vida es detener la contaminación de la minería y la explotación petrolera sin control, escuchar la creación es saber que la naturaleza creada por Dios tiene sus derechos que hay que hacer respetar.

Para que la creación siga siendo escuchada, siga siendo inspiración para el canto a la vida, necesitamos seguir soñando y haciendo realidad nuestros sueños como el Papa nos dice en “Querida Amazonia”, “sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, sueño una Amazonia que preserve esa riqueza cultural, que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas” QA.n7

 Escuchar la Creación es pensar después de contemplar, que todo está Inter ligado en nuestra casa común, y todos somos corresponsables del futuro de esta casa común, de que las próximas generaciones tengan un mundo más limpio y más bello donde poder vivir. Que nuestra tierra siga dando vida  para los humanos que la pueblan, siga dando el oxigeno  que es necesidad vital para la vida humana, el  agua limpia  para beber gratuitamente  como un derecho de todo ser para calmar su sed. las aves del cielos, los peces del río y los arboles de nuestra selva nos necesitan.

Unamos nuestras fuerzas y nuestras voces para  junto con S. Francisco alabar a Dios Creador con un Laudato Si que se prolongue hasta la eternidad.