Queridos misionero/as.
En este día que nos reunimos para agradecer al Dios de la vida, por su generosidad para con nosotros.
Al cumplir un aniversario más de mi nacimiento y de mi ordenación sacerdotal, no puedo menos de decir gracias Señor por darme esta nueva oportunidad de compartir tu vida con mis hermanos en esta tierra lejos del lugar donde nací, pero con las raíces en esta tierra donde tú me sembraste, en esta Iglesia Misionera a la que amo y quiero seguir amando como tú nos amas, con un amor sin fronteras.
Leía en un mensaje que estos días me han enviado:” más importante que acrecentar días a tu vida, es acrecentar vida a tus días”.
Por ello, es la petición que también hago a nuestro Dios, que cada día que pasa de nuestra existencia, sea un regalo de vida, con la que llenemos cada día de nuestro caminar. Vida, es la palabra que en sí encierra todo lo mejor que uno puede desear a los demás. lo que recibimos de Dios y lo que queremos dar a los demás.
A veces guiados por la nostalgia nos gusta echar una mirada atrás y ver lo que dejamos, sueños que se realizaron o deseos que aún no se han cumplido, tanto en los éxitos como en los fracasos, en las fortalezas como en las debilidades, en las horas de alegría y en las horas de tristeza , hemos podido ver la mano de Dios, la mano de padre que ama, la mano de amigo fiel que escucha, comparte y acompaña, la mano providente que siempre socorre en la necesidad y en todo podemos ver que el tiempo no es tiempo que pasa ,el tiempo de Dios no pasa, es gracia que queda, que siembra en la mañana de un día y florece no sabemos ni cuándo ni cómo, aunque tú no te enteres, aunque tu no lo creas, aunque tu no lo veas, Dios es vida que regala a sus hijos, es amor y es esperanza.
Cada día que para nosotros pasa, para Dios no hay pasado, todo es presente, y Dios contempla nuestra vida cada día, que para nosotros es historia mañana, para él es hoy, dueño del tiempo que deja caer para que nosotros le llenemos de su amor, amando cuanto él creó y crea cada día cuando nosotros nos dejamos modelar por él.
Y el hombre ¿qué es? el hombre debe ser su semejanza. Amar como él, para vivir con él. Y ¿Cómo ama Dios? con un amor eterno, con un amor sin límites.
En este doble aniversario de mi nacimiento y mi consagración sacerdotal le agradecemos por su amor para conmigo y para con nuestra Iglesia, y hoy, queremos mirar como Dios, siempre con esperanza, siempre hacia el futuro, pensando que el hacer de hoy no se convierta en pasado del ayer, sino en el presente del mañana. Para ver la vida no tanto como un atardecer sino como un amanecer de amor, soñando si, que ese amor de Dios que cada día nos regala, nos haga más hermanos, si, más fraternos, donde desaparecen los celos y rencores donde la envidia no tiene lugar, donde la verdad se manifiesta y el engaño se destierra, todos busquemos unidos construir su Reino, nada fácil lo sabemos, más cada día lo intentamos sabiendo que nuestra confianza no ha de estar en nosotros sino en El que nos amó primero.