Llegó la primavera y el almendro floreció, la primera de las flores en cubrir sus ramas, como copos de nieve llenan de una blancura primicia de la Pascua, la luna llena y brillante en la noche refleja su luz en el agua, ilumina el camino de la noche, al peregrino de la selva y de los ríos, y a la mañana, se alegra el campo con el sol naciente que abre el día, la brisa suave de la mañana anuncia que triunfó la vida sobre la muerte y los bosques con su flora verde ofrecen el mejor paisaje a la vida nueva.
A sus ramas llegan las aves para cantar la bella sinfonía. Aleluya, Aleluya, Cristo ¡Resucitó¡, está vivo, y con Él ha llegado la esperanza, ha llegado la eterna primavera, queremos alabar y cantar con el salmo a nuestro creador, “Oh Dios tú mereces un himno en Sion, rezuman los pastos del páramo y las colinas se orlan de alegría… los valles se visten de mieses que aclaman y cantan. Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida ”Sl 65. ¿Quién no se alegra de ver esta belleza? de un almendro florecido, de un manantial cristalino, de una noche estrellada o de un amanecer luminoso, y no levante la voz de la admiración para decir, gracias Señor. Alabado sea mi Señor”.
La vida de nuestra Amazonía florece todos los días, y los ríos de nuestra selva corren presurosos llevando la buena noticia de la vida, el agua que fecunda cada día, el agua que hace florecer la tierra y calmar la sed del hombre y del árbol, de la flor y del pájaro, debajo del surco la semilla se abre paso, es la vida que nace y se transforma de grano en espiga.
Es la vida del Resucitado que nos invita a levantarnos de la muerte, de la codicia y del egoísmo que nos asfixia, levantarnos de la muerte de la mentira y del ansia de poder que nos ciega olvidando la fuerza de la verdad y de la paz, dones de la pascua, la alegría y la esperanza, que hacen que el mundo de los pobres y explotados resistan a la opresión de los poderosos y engreídos porque el amor es más fuerte que la muerte, y la luz de la verdad es más potente que las tinieblas de la mentira y del engaño. Triunfa la fe y la esperanza.
Debemos levantarnos como Jesús, resucitados, hombres de la nueva pascua, para crear y defender la armonía de nuestra Amazonía, para recobrar la sonrisa del niño y la alegría del anciano, la esperanza del joven y la fidelidad de los esposos, y si con Cristo resucitado la muerte ha sido vencida, no hay razón para estar triste, hay razón, para siempre saber esperar, saber amar y saber vivir en armonía, con esta creación que Dios nos regaló, nuestra casa común.
Seamos pregoneros de la paz, fruto de la justicia, pregoneros de la esperanza, fruto de la fe, pregoneros del amor, fruto de la entrega y del compartir. Pregoneros de la alegría, fruto de la comunión y la unidad.
Así, cuál misioneros audaces, penetrar en el monte, subir a la montaña y bajar por el río, luchar contra corriente y escuchar a nuestro pueblo, unir nuestras voces junto a él, para anunciarle la buena nueva, llevando la paz del corazón, rechazando la violencia del agresor, nunca dejar apagar la fe de un pueblo, renovar nuestras fuerzas y caminar juntos como pueblo de Dios que peregrina con un mismo espíritu y un mismo horizonte. Después del crudo invierno vendrá una florida primavera. El mundo necesita de Pascua y fresca profecía, tú debes ser la Pascua.
Desde la REPAM un abrazo fraterno y una invitación a sembrar y defender la vida en esta Amazonía.
Amazonízate.
FELICES PASCUAS.