
¿En dónde vivirán nuestras próximas generaciones?
Hace ya 10 años leía “que esta encíclica Laudato Si, va más allá de exponer algunos problemas actuales que afectan al planeta e incluye un claro llamado a cambiar hábitos y tendencias negativas en la vida de cada persona.”
El núcleo de la propuesta de la Encíclica es una ecología integral como nuevo paradigma de justicia, una ecología que «incorpore el lugar peculiar del ser humano en este mundo y sus relaciones con la realidad que lo rodea» (15). De hecho, no podemos «entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida» (nº.139 LS).

«Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: “Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales”» (142). «no hay dos crisis separadas, una ambiental y la otra social, sino una única y compleja crisis socio-ambiental» (139). Esta ecología ambiental «es inseparable de la noción de bien común» (156),
Todas estas bellas ideas son una urgencia para no solo reflexionar sino para tomar conciencia de que es una exigencia mundial que nos comprometamos a cambiar, es decir exige una conversión personal y social.
Hay gente que avisa de peligros y amenazas que se vienen y se cumplirán sino se ponen correctivos y se toma la medicina adecuada, hay gente que lee y escucha, pero no actúa, hay gente que escucha y actúa. Laudato Si nos dio la receta para la enfermedad que nuestro planeta tierra sufre. Si queremos seguir sordos o ciegos para no escuchar y no ver sufriremos nosotros y los que vienen detrás de nosotros las consecuencias. Luego no echemos las culpas a otros si nosotros no movemos ficha. Todos somos corresponsables si quiere cambiar el mundo empieza hoy cambiando tú.
Hoy damos gracias a Dios porque alguien encendió las alarmas y alzo la voz del peligro escribiendo esta bella encíclica de Laudato Si, el querido Papa Francisco gran pastor y profeta, seguiría después escribiendo Laudate Deum para recordarnos que la urgencia de esa conversión que se nos pedía es urgente actuar.
¿Qué nos queda? No esperemos a mañana que los gobiernos y poderosos de la tierra tomen decisiones al respecto, más bien hoy actuemos cada uno desde su realidad y exijamos que actúen los que tienen mayor responsabilidad en las naciones. Pero la solución está en todos nosotros, actuemos y levantemos la voz.
Que al celebrar este aniversario de una década de Laudato Si. Al menos pidamos a Dios, que nos regaló la casa común de esta tierra donde vivimos, sepamos cuidarla para no convertirla en un próximo futuro en un desierto y le alabemos, como S. Francisco para que todos como hermanos vivamos la paz y la esperanza con amor y solidaridad cristiana.
RAFAEL. COB
Presidente de la REPAM.