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BENDITO MONASTERIO DE SILENCIO Y ALABANZA

abril 10, 2021

Cuando acabamos de celebrar la Semana Santa en este tiempo pascual, queremos seguir saboreando la alegría pascual dándonos un respiro en un monasterio, allá nos encaminamos, al monasterio Sta. María del Paraíso de hermanos trapenses en Salcedo (Ecuador) hacia más de un año que fue la última vez que estuvimos en este monasterio, con el que nos une fuertes lazos de fraternidad, que mejor que los hermanos se visiten y aunque sea por un corto tiempo apenas tres días de lunes a miércoles, donde vimos un hueco en la agenda, llegamos en esta octava de Pascua, la alegría del encuentro no se hizo esperar en este lunes de Pascua.

Pero lo que más me gusta y lo que uno encuentra como más valioso del monasterio además de la fraternidad, es el silencio y la oración hecha canto de alabanza.

El silencio es un tesoro que cuidan mucho en este monasterio, porque el silencio hace madurar a la persona, educa y transforma, es en el silencio que se va creando la capacidad de contemplar, se adquiere la capacidad para reflexionar, capacidad para escuchar a Dios desde el corazón. Capacidad para mejorar en muchas cosas.

El silencio introduce en el misterio divino, ayuda a pensar más y mejor, el silencio te capacita para la virtud de obedecer y saber callar, el silencio es el portal para orar y alabar a Dios en el silencio, con él es más fácil encontrar a Dios.

En una sociedad como en la que vivimos hoy llena de ruidos, difícil será profundizar en el pensamiento, crear un ambiente que favorezca el diálogo y la escucha de Dios.

Se decía que nuestra sociedad está enferma por el ruido, sabemos que Dios no está en el ruido ni en la tormenta, según el profeta Elías encuentra a Dios en el silencio en la suave brisa. (I.Re.19,12) El silencio de un monasterio es su mayor riqueza y su mejor defensa. Amar el silencio crea la atmósfera óptima para la vida contemplativa.

Otro de los grandes tesoros de un monasterio además del silencio es el canto de los salmos que van entretejiendo la vida entre el trabajo y la oración que realizan a lo largo del día.

Los monjes antes de que amanezca el día, desde las vigilias de la noche mientras el mundo duerme, ellos oran con el suave canto de los salmos. En medio de la creatividad de la música distinguimos la melodía musical y el ritmo sonoro de los salmos que lleva como buena música a la armonía, a la calma y la serenidad, buscando la paz interior y la paz del corazón. Una música que eleva el alma a Dios, como Ej. El canto “gregoriano”. Nuestro oído se deleita ante el canto de los monjes en el coro. Canto de alabanza en los laudes u horas intermedias, en vísperas o en completas recogiendo el trabajo de la jornada. La alabanza unida a toda la Iglesia desde un corazón creyente atrae la bendición. Gracias señor por esta escuela de silencio y alabanza.

No podemos olvidar la eucaristía, parte central de la vida espiritual del cristiano donde la comunidad se fortalece y alimenta, una eucaristía sin prisas, ofreciendo a Dios la vida por el bien y la salvación del mundo entero.Siempre queremos escaparnos del activismo, de tantas compromisos y ocupaciones que se agolpan a la puerta de uno y piden respuesta. Quizá nos roben el precioso tiempo que podemos dedicar a escuchar a Dios como principal valor escuchar a Dios antes que a los hombres.

También tenemos que dedicar tiempo y espacio a nosotros mismos, llenarnos de las cosas de Dios y vaciarnos de las cosas del mundo, hacer un descanso en el camino llenar el corazón de su amor para poderle compartir con los demás.

Benditos monasterios, oasis para el alma en el silencio y la oración, benditos monasterios que nos enseñan lo esencial de la vida, hermanos monjes contemplativos que Dios os mantenga en esa vocación especial que Dios os da, ella es una gran riqueza para la Iglesia y el mundo, siéntanse misioneros aun sin salir de su casa porque su oración y canto llega lejos hasta los rincones de nuestra selva donde también contemplamos la belleza de la creación divina pero necesitamos de vuestra oración y recuerdo.

Nos despedimos en el claustro con nuestro mensaje del triduo pascual: una mesa para compartir fraternidad, una cruz para contemplar el amor hasta el extremo y una tumba vacía para creer y anunciar con alegría, Cristo VIVE.

Gracias por vuestra vida y vuestro testimonio, unidos en la oración y Felices Pascuas.