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Cuaresma Sinodal 2022

marzo 2, 2022

Una lección que aprender y practicar

Cada año llega este tiempo de Cuaresma como tiempo de purificación, tiempo de poda, para dar más fruto, tiempo de ser raíz como cauce que alimenta antes que ser hoja de primavera, tiempo de ser semilla escondida en el surco antes de renacer a la luz y ser fruto, lluvia que empapa la tierra antes de ser manantial o que se ofrece como agua para el sediento. El invierno nos conduce a la primavera, la cuaresma a la pascua, después del dolor viene el gozo y después de la cruz viene la resurrección.

Pero en este tiempo de un antes y un después se da la oportunidad de dejarnos trasformar como el barro en manos del alfarero, para llegar a ser esa obra de arte que pueden admirar y valorar, pasar por el proceso de ser semilla y tallo y espiga para ser alimento, Cuaresma es ese tiempo de gracia y misericordia en que Dios da la oportunidad a las almas de volver a florecer, de volver a iluminar, de volver a ser el vaso nuevo que salió de las manos del creador.

Cuaresma es el tiempo de rectificar, de volver las aguas al cauce de donde se salieron, Cuaresma es el tiempo de preparación para la victoria, es el tiempo de entrenamiento para vencer, es tiempo de ser probado por el dolor o la adversidad en el desierto y superarla como Jesús, es tiempo de acrisolar nuestra vida, es tiempo de conversión como pueblo de Dios que caminamos juntos.

En la Asamblea Eclesial Latinoamericana pudimos ver, que era una oportunidad o un Kairós en el que Dios quería vernos a todos como hijos y como hermanos, que juntos trabajan, se comunican, proponen, disciernen y caminan como pueblo en salida, por el éxodo del desierto de esta vida hacia el mismo horizonte, guiados por la misma luz de un Espíritu, que renueva, impulsa y anima a ser una Iglesia Misionera, de comunión y participación, como río que va regando en sus riberas haciendo florecer las semillas que van cayendo en el surco cada día, acogidas por el hombre y la mujer que aman y esperan, que juntos peregrinan en esta tierra siendo signos de conversión, invitando con su testimonio a un cambio profundo que tanto necesita nuestra sociedad.

El Sínodo Amazónico nos recuerda en su Documento final, que la conversión es un eje trasversal en la vida cristiana y que estamos llamados a una conversión integral. “La escucha del clamor de la tierra y del grito de los pobres nos llama a una conversión integral, con una vida simple y sobria, todo ello acompañado con una mística al estilo de S. Francisco de Asís, ejemplo de conversión integral vivida con alegría”. DF17Una Conversión en nuestro pensar y en nuestro obrar, un cambio de actitudes que conduzcan a dejar el hombre viejo y adquirir el ser del hombre nuevo.

El hombre nuevo que se da cuenta que este es el tiempo propicio como nos dice la palabra de Dios II Cor. 6,2, el Kairós y el tiempo oportuno que no podemos dejar pasar inútilmente.

La Conversión sinodal encierra, 1. vivir la comunión, 2. ejercer la participación y 3. asumir la misión. La misión es parte de la naturaleza de la misma Iglesia a la que Jesús la dio la razón de ser con su mandato misionero. Id por todo el mundo y anunciad el evangelio a todos los pueblos…Mc.16,15 así, sentirse todos llamados y enviados a ser discípulos misioneros en salida.

La comunión que compartimos, encuentra sus raíces más profundas en el amor y en la unidad de Trinidad. Vivir la comunión la manifestamos cuando nos sentimos verdaderamente parte de esa iglesia como los miembros del mismo cuerpo, cuando los carismas que el Espíritu Santo suscita en la Iglesia, se integran armónicamente en la vida del Pueblo de Dios, entonces, la eclesialidad es el signo claro de la autenticidad de los carismas, así nos recuerda el Papa Francisco en la Evangelium Gaudium n130. En el camino cuaresmal encontraremos a Jesús que nos invitará a sintonizar con él, para vencer como Él las tentaciones del tener, placer y poder.

Nos marcará unos medios para conseguirlo, con la oración, el ayuno y la caridad. Seguir soñando con hacer realidad su proyecto, un mundo más justo y más humano, una misión compartida con todos, un discernimiento guiados por el Espíritu Santo, al final, el árbol de la cruz dará los frutos de la alegría Pascual, preparémosla en esta Cuaresma.