Cuando al terminar la mañana de ayer nos llegaba la triste noticia del fallecimiento de Don Luis Constante, nos quedamos sorprendidos. Hace pocos días nos habíamos hecho unas fotos con él en su estudio de TV Sonovisión, quizá sería la última foto que se hizo antes de morir, después de la trasmisión de la Santa misa, que semana a semana muy gentilmente nos ofreció para ello el espacio y sus instalaciones, para poder así llegar a los hogares de la ciudad de Puyo y hasta donde llega su señal.
Don Luis, siempre fu un hombre servicial y generoso pensando en el bien de los demás antes que en el suyo propio. Cómo no agradecer a Dios haber conocido hombres como él, un hombre dialogante, pacífico y sereno, emprendedor y visionario, consejero y maestro de la comunicación. Creo que ni él ni nosotros podíamos imaginar que el final de su vida terrenal estaba tan cercano.
No somos adivinos de los tiempos que cada uno tiene en esta vida terrenal para poner el punto final de nuestra historia que día a día vamos escribiendo con nuestro trabajo en el libro de la vida, todos somos peregrinos en esta tierra hacia la eternidad en el cielo.
Dios, dueño de la vida y el tiempo es el que sabe y permite acontecimientos en el camino hacia el cielo, donde está nuestra patria definitiva, nosotros creemos que somos los protagonistas de la historia, cuando en realidad es Él con su Espíritu el que inspira en nuestra mente y en nuestro corazón los buenos pensamientos y deseos con los que se construye la historia, los ideales y las utopías que a veces creemos imposibles de alcanzar pero que se realizan y hacen posible porque por encima de nuestra fragilidad esta la fe y la esperanza.
Nunca se hubiera imaginado el mundo que algo tan diminuto e invisible como un virus, paralizara la carrera de los que se creían soberbios conquistadores, autosuficientes y orgullosos de creer que tenían la solución de todos los problemas que pudieran surgir, cegados en su codicia de acaparar y conquistar en los mundos de la ciencia y el progreso.
Con la pandemia en que nos encontramos ha quedado al descubierto y como desenmascarando nuestra impotencia y nuestra fragilidad, nuestra pobreza y nuestra miseria, frente a desafíos que hoy por hoy el hombre y el mundo no puede ni sabe dar respuesta. A veces nos creemos que somos dioses cuando somos pobres hombres, humanos, como Dios nos creó y como tales, limitados, con muchos defectos y pecados, necesitados de conversión, necesitados de la misericordia de Dios.
Es necesario dejarse iluminar en el camino oscuro cuando llega la noche del dolor y de la prueba. Nuestro hermano Luis le gustaba mucho leer yo varias veces me le he encontrado con un libro en las manos, quizá para poder responder al que en la duda le preguntara, seguro que entre la radio y la TV se encontraba como pez en el agua, disfrutando con lo que a lo largo de los años, con la lucha diaria era su pasión, abriendo su mente a través de las ondas de la comunicación, a esos mundos donde sus palabras llenas de inteligencia y de cariño todavía quedarán flotando en los aires, construyendo como buen emprendedor, sembrando sueños y arriesgando por el futuro con gran sentido cívico y que hoy todos reconocemos y agradecemos de corazón.
Las palabras de Sabiduría que la biblia hoy nos dice, es que no tengamos miedo, creo que nuestro hermano Luis era un hombre valiente que no tenía miedo al futuro. El evangelio nos dice: nada hay escondido que al final no se descubra ni nada oculto que no llegue a saberse, lo que os digo al oído decidlo desde la azotea.
Él fue el comunicador de la noticia, no desde la azotea sino desde su radio y Televisión comunicó sus saberes y noticias cada día. Jesús también dice: No tengáis miedo ante los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma.
Sabemos por la fe, que cada hombre tiene un espíritu que pervive después de la muerte, por eso también creemos que nuestro hermano sigue viviendo en otro espacio diferente del terreno será el locutor entrevistado por Dios, le contará a Dios lo que ya Dios conoce y Dios le mostrará lo que no conocemos, un cielo donde no hay dolor ni luto ni llanto sino paz y alegría en el espíritu, vivir en la eternidad para la que Dios nos ha creado a todos. Y desde que Cristo resucitó, el último enemigo la muerte, ha sido vencida por ello, Jesús insiste no tengais miedo si creeis en la vida del Señor.
El coronavirus no puede vencer ni hacer morir la fe y la esperanza de los que creemos en Dios, y en un Dios padre providente que cuida de todos, como nos dice hoy su palabra que cuida de los pájaros que ni uno cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre, cuanto más vosotros y valeis más que todos los pájaros del mundo y que sois hijos de Dios por el bautismo.
Por eso agradezcamos hoy a Dios su amor para con nosotros que se revela en el perdón de nuestros pecados, todos como humanos tenemos debilidades y cometemos errores, por ello hoy le pedimos a Dios que perdone los pecados y fragilidades que nuestro hermano pudo cometer en esta vida y así purificado por la gracia de Dios disfrute eternamente del descanso eterno en el cielo.
Todos en la vida podemos hacer cosas buenas y al final de la vida cuando Dios nos llame, no serán las cosas que construimos, las riquezas o el dinero que acumulamos las que nos llevaremos a la eternidad, pero si nos acompañarán el amor y la bondad que aquí en la tierra hicimos a los demás, y de esto nuestro hermano supo hacerlo, por eso Dios premiará toda su obra buena incluso aquello que quizá no dimos importancia, hasta un vaso de agua que hayamos dado por amor no quedará sin recompensa.
Nuestro hermano murió en un día muy señalado, un sábado dedicado a la Virgen María, fiesta del inmaculado corazón de María y aniversario de la consagración del Ecuador a los corazones de Jesús y de María, primer país en el mundo que se consagra como nación al Corazón de Jesús.
Que Jesús nuestro Salvador que murió por nosotros y María como Madre, le haya llevado de la mano hasta su Hijo Jesús.
Nosotros los que quedamos todavía en esta tierra, ellos nos protejan del mal y nos enseñen a convertirnos para un día encontrarnos junto a Él en el cielo.