En la tarde de este lunes, mientras los poderes del Estado se reunían para dialogar con las autoridades indígenas en Quito, en las calles de Puyo se unía un pueblo en marcha pacífica gritando por las calles para reclamar sus derechos de salir de su pobreza y marginación en la que los gobiernos han tenido a nuestra Amazonía y a los pueblos que en ella habitan. Un pueblo herido y resentido clamaba pidiendo la destitución de las autoridades de este gobierno por la muerte de un hermano indígena que en este Paro nacional cayó ante las bombas lacrimógenas que la policía lanzaba alcanzando su cabeza.
La turba enardecida contra los policías y el gobierno, endureció sus acciones violentas, y a río revuelto se dieron actos vandálicos que provocaron cuantiosas pérdidas.La ciudad quedó desprotegida, la policía huyó despavorida por miedo a ser linchados por la turba.
¿Qué hacer ante estas situaciones violentas donde todo el pueblo sufre las consecuencias?.
El pueblo indígena pide con razón justicia por la muerte del hermano fallecido. Una vida vale más que cien protestas, nadie tiene el poder para devolver esa vida, la vida es un derecho de toda persona, un derecho sagrado que Dios lo da y nadie tiene derecho quitar o acabar con esa vida. Bayron Guatatuca fue un luchador por los derechos de su pueblo en este Paro Nacional, era un padre de familia y deja sus hijos huérfanos.
La fuerza de la violencia solo se apaga con la fuerza de la paz no con más violencia o venganza, y la paz es fruto de la justicia y la justicia se basa en la verdad.
Hoy esta marcha pacifica ha querido hacerse en homenaje a este hermano indígena que dio la vida por la defensa de los derechos del pueblo y de su tierra. Decimos la Amazonía no se vende, la Amazonía se ama y se defiende, ¿y cómo la defendemos?, ¿dejándonos robar y destruir su riqueza y su hermosura?
En esta Amazonía donde vivimos, se han cometido atropellos, marginación y olvido, injusticia y criminalización, llevándose la riqueza de su suelo y dejando la muerte de la naturaleza, contaminación y deforestación y sembrando pobreza y enfermedad a estos pueblos amazónicos.
Hoy hemos sido testigos de nuestro pueblo unido en marcha por la paz y la justicia, un pueblo de hermanos donde juntos indígenas y mestizos, campesino y comerciantes hemos caminado por las calles pidiendo paz y justicia.
La Iglesia no es ajena a las injusticias que se hacen a nuestro pueblo, y donde está el rebaño allí también está el pastor, la Iglesia ha levantado su voz profética con su presencia y con su palabra, lamentamos la ausencia en este paro de las autoridades públicas.
La Iglesia ha promovido junto con los actores sociales y las autoridades indígenas, una mesa de diálogo buscando humanizar este paro y poder abrir corredores humanitarios para abastecer a todo el pueblo de los elementos básicos para vivir.
No es fácil la tarea, pero hay que agradecer la unión de voluntades para el beneficio del bien común. La Iglesia siempre ha acompañado y ofrecido su mano abierta con sus espacios y medios para ayudar al pueblo necesitado.
Finalmente pedimos a Dios, que con su Espíritu nos de la sabiduría y fortaleza para que a través del diálogo iniciado en el día de hoy en Quito capital de la República, se escuche y se lleguen a los acuerdos que requieren el cumplimiento de la justa demanda de este pueblo que lucha con esperanza y pide justicia.
Sembremos la paz unidos, construyamos la justicia unidos, vivamos la verdad unidos como hoy lo hemos hecho, formando un solo pueblo solidario, con la misma causa, la vida del pueblo.