Saltar al contenido

MISA DE CLAUSURA DE ASAMBLEA GENERAL VAP PEREGRINOS DE LA ESPERANZA. 

julio 1, 2024

Terminamos nuestra Asamblea de Misioneros como decíamos, en un marco especial que en este año 2024 tiene la Iglesia universal y local.

Congreso internacional de la Eucaristía en Ecuador, Congreso Americano misionero, en Puerto Rico, Sínodo de la Sinodalidad en Roma y horizonte del año jubilar de la Esperanza en el mundo. Saber esperar es la clave del éxito para llegar a la meta, hace falta saber en quien se pone la confianza para saber esperar.

Y esa es la palabra que experimentamos en esta víspera de la fiesta de San Pedro y San Pablo, la nave de la Iglesia navega mar adentro porque el Espíritu la guía y mantiene, nosotros preparándonos para la ordenación sacerdotal de tres nuevos sacerdotes estos hermanos que habrán estado esperando año tras año para que llegara el momento de recibir el gran regalo de ver su sueño realizado, su sacerdocio.

Hoy culminamos nuestra Asamblea en la que hemos podido aprender, escuchar, aportar y participar de la realidad que nuestra Iglesia ha ido construyendo en el trabajo del día a día en las diferentes pastorales, con sus altos y bajos, con sus alegrías y penas, al final cansados pero contentos porque salimos de haber vivido una vez más la realidad de una Iglesia fraterna, misionera y sinodal.

De haber conocido que, por encima de nuestros vacíos y fragilidades, de nuestras ilusiones y fatigas, constatamos que el caminar hacia nuestros logros siempre nos acompaña el Espíritu de Dios que es más grande que lo que nosotros podemos pensar y hacer. El suple lo que a nosotros nos falta porque sostiene nuestra esperanza, la virtud que nunca muere, responder a los desafíos que siempre nos estimulan a mirar hacia arriba, hacia la cumbre, hacia la altura, ver siempre el horizonte más allá y dejar huellas en el camino para los que vengan detrás.

Decía Tagore: no llores porque se ha metido el sol porque las lágrimas no te dejaran ver el nuevo amanecer que está por llegar. Ciertamente el dolor, la guerra y la injusticia no es de hoy escuchamos las historias de los pueblos como las que nos describen estos días el libro de los Reyes, siempre el bien y el mal han luchado por ganar. Pero Dios nunca deja olvidado al que en el confía y eso se llama esperanza.

 Mirando  a nuestro alrededor vemos lamentablemente un mundo que en medio de su vanagloria por sus progresos materiales, va perdiendo la esperanza espiritual, mucha gente tiene el peligro de perder la esperanza y de hecho la pierden, le faltan razones para vivir y se suicida, los suicidios van aumentando ayer mimo enterraron a una joven  que se envenenó , y cuantos más, y no son los ancianos los que les falta la esperanza, sino los jóvenes que no saben afrontar la adversidad del camino, los contratiempos y los reveses que tiene la vida que gran tarea  desafiante tenemos por delante evangelizar  con alegría y sembrar  esperanza.

El papa Ha convocado a un año santo con el lema de Peregrinos de esperanza, la Esperanza nunca defrauda Papa Francisco que abrirá la puerta santa de este año jubilar el próximo 24 de diciembre, nos dice: Debemos mantener encendida la llama de la Esperanza que nos ha sido dada…mirar el futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras…como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. “Hoy hemos escuchado un evangelio de alguien que no perdió la esperanza en medio de su enfermedad la lepra, se acerca y se arrodilla ante Jesús con fe y esperanza, por eso le dice: si quieres puedes limpiarme que gran oración, Una frase que encierra una lección para meditar e imitar. el quedar limpios, el quedar curados no está en nosotros sino en el poder y querer de Dios por ello nuestra oración debe ir precedida de la humildad y confianza en Dios.

Cuantas lepras sufre hoy nuestro mundo que necesitan ser curadas, y nosotros mismos necesitamos que Dios nos limpie de tantas actitudes en el fondo de nuestras raíces que pueden estar contaminadas de orgullo, de buscar aplausos y méritos personales, de nuestros cálculos humanos, de nuestra falta de saber aceptar la cruz de cada día, de no saber luchar contra corriente, de falta de fraternidad en nuestras relaciones con los demás. Y Jesús le responde  a su suplica: Quiero, queda limpio. ¿Qué vería Jesús en aquel hombre? para no preguntarle más, sino en ese mismo momento le sana con su palabra. Y queda limpio. Sin duda alguna sus ojos reflejarían sinceridad, Confianza, fe, hemos rezado en el salmo precioso “Dichoso el que teme al Señor y sigue su camino, comerás del frito de tu trabajo, serás dichoso te irá bien” Sl.127 Dios bendice al que en él pone su esperanza. Preguntemos. ¿en quién pone el mundo su esperanza? y en quien ponemos nosotros nuestra seguridad y confianza? quizá nos contagiamos de los criterios del mundo, pensando que la felicidad está en poseer mucho dinero o poder, caemos en la filosofía del tener, acumular y la codicia se va metiendo en nuestro corazón. La tentación del dinero poder y placer, nos arrastra y nos seduce. Y cuando vemos un mundo, así como está, debemos predicar la conversión No podemos ser profetas de desgracias y condenas sino de acercamos como buenos samaritanos y curar las heridas de nuestros hermanos para crear la fraternidad.

Debemos predicar la misericordia de Dios que siempre ofrece su perdón porque es más grande y fuerte su amor que nuestros pecados. DIOS como Padre tienen paciencia con su pueblo. Cristo es esperanza y el murió para que todos tengamos vida y vida en plenitud. Cuando Jesús pregunto a Pedro “¿también vosotros queréis marcharos? le contestó Pedro: a donde Señor iremos? solo tú tienes palabras de vida eterna…Jn. 6,68 “.

Volvamos a nuestras comunidades y a nuestras casas con un corazón agradecido como nos pide Jesús, con alegría y esperanza. Id por todo el mundo y predicar el evangelio a todos los pueblos” con un corazón misionero de una Iglesia en salida. Sembraderos de esperanza y de la misericordia de Dios, diciendo por las casas y los templos: “¡¡ Dios te ama porque es nuestro Padre y quiere escuchar nuestra petición y suplica para decirnos: ¡¡Quiero, queda limpio!! ¡¡

Rafael Cob, Obispo de Puyo.