Hoy, al venir de Caleruega, cuna de Santo Domingo, visitaba la exposición de su vida en el claustro del monasterio, al cumplirse este 6 de agosto, los 800 años de su muerte.
Al vivir estos días la muerte de mi madre, esta frase de Domingo: “Os seré más util desde el cielo”, me recuerda esta gran verdad. Nuestros seres queridos que pasaron por la tierra, siguen siendo más útiles desde el cielo. Así decía Domingo poco antes de morir, cuando después de medio siglo de ferviente vida apostólica, como peregrino llegaba a la meta de su carrera; muriendo en Bolonia, rodeado de sus frailes, lleno de amor y de paz.
En el correr de la historia surgen estrellas más brillantes que las demás, que iluminando la noche dejan senderos por donde los hombres sepan caminar.
Domingo, como una estrella de fuego, con su palabra fue encendiendo para Dios corazones misioneros, abriendo nuevos caminos de evangelización en la Iglesia.
Mucho aprendió de su madre Juana, en su tierra castellana, tierra de santos y reyes, hombres recios de fe y mujeres piadosas, de oración profunda y mariana, entre viñas y trigales donde Domingo cabalga, estudiando con sus libros, va llenando su esperanza, la oración será su apoyo, la bandera, la Palabra. “Hablar de Dios a los hombres y hablar de los hombres a Dios”; un sabio lema para la vida Cristiana. Podemos decir, que se adelanta a los métodos de una nueva evangelizacion.
Evangelizar desde las bases, desde las periferias, conocer la realidad de los hombres, se quiere evangelizar, con sus penas y alegrías, con sus sudores y anhelos, escuchar la voz de los pueblos y escuchar la Palabra de Dios, dos realidades. Escuchar lo que Dios nos dice y escuchar lo que nos dice la gente, responder con la verdad a los desafíos de su tiempo, no tan distintos a los desafíos de hoy.
Este mundo camina entre luces y sombras, lágrimas y sonrisas, entre luchas y victorias, anhelos y derrotas, siempre con esperanza, y deseos de alcanzar sus sueños.
Domingo como ferviente misionero lleno de sabiduría y de caridad quiere servir a la Iglesia en medio del vendaval, entre luchas y ambiciones mundanas buscará poner la paz Domingo, con su mente preclara, dejará su tierra y su pueblo, las riquezas familiares donde se llenan graneros y el vino de los viñedos, escucha la voz de Dios y se encomienda a la Virgen, para salir pregonero anunciando la verdad, luchando por la unidad.
En Francia vencerá la herejía albijense. La sementera que hizo en su vivir misionero, iluminó con su antorcha un mundo oscuro y hostil, entre guerras y cruzadas. Cuánto dolor y sangre costó aquella batalla hasta llegar a Roma. Allí aprobaron su orden de frailes predicadores, sus armas serán la oración contemplando a Cristo, el rosario intercesor, el estudio y reflexión de la Palabra; darse en amor a los pobres, pues solo las palabras no salvan… Fue su ejemplo de vida lo que a la gente arrastró, la dulzura de una madre y la firmeza del padre lo que en su hogar aprendió.
La Verdad del evangelio apasionado como S. Francisco de Asís, con quien selló su amistad en un abrazo de paz, los dos soñaron que Cristo les llamaba a reformar una Iglesia que iba herida y se quiere levantar.
Dócil a la inspiración, Santo Domingo y Francisco se pusieron en camino, nuevos carismas vivieron y abrieron nuevos caminos, la Iglesia se renovaba, la Iglesia ya florecía, nuevos hijos mendicantes los caminos recorrían llevando el amor de Dios que ardía en su corazón.
Será nueva la manera, será nueva la realidad, el evangelio vivían y es Jesús luz a seguir, romper barreras de muerte, abrir rutas de vida, como Domingo en su tiempo, es hora de iluminar.
Saca tu fe como antorcha, pon en marcha tu caridad, que hermanos somos y amigos y hasta Cristo hay que llegar, ser una Iglesia fraterna, una Iglesia sinodal; pueblo de Dios en marcha, misioneros de la paz.
Hoy decimos con Domingo, con Domingo de Guzmán, su presencia es más útil desde el cielo para el hoy de esta iglesia terrenal.
Rafael Cob García
16 de agosto 2021