Este es el lema que hemos puesto en nuestro año jubilar al cumplirse los 50 años de nuestra catedral de Puyo. Creo que tambien son validas para esta Asamblea General que hoy comenzamos. Estas tres palabras nos dan las metas que como Iglesia particular queremos alcanzar y vivir .
Iglesia Misionera, porque es la identidad de la Iglesia universal y de nuestra Iglesia particular como Vicariato, en la palabra misionera se encierra toda una identidad, pero queremos que no se quede solo en la letra escrita, sino en la letra vivida, es decir que si nuestra Iglesia de Puyo es misionera, tenemos que hacerlo en la vida con nuestro testimonio misionero, decimos que a la gente la cuesta desinstalarse, lanzarse a la aventura, fiarse más de Dios que de uno mismo, pero sobre todo se necesita tener la convicción que Cristo no mandó a sus discípulos a quedarse en su tierra, sino a ir por todo el mundo y llevar el evangelio a todos los pueblos.
Pero si no somos capaces ni de salir de nuestra casa , difícilmente seremos capaces de ir allá donde el Espíritu nos pide , el Papa Francisco nos dice que todos tenemos una misión que Dios nos ha dado y que parte de nuestro bautismo , pero esa fe que se nos dio en el bautismo, hay que compartirla y multiplicarla, por ello decimos bautizados y enviados , sentirse enviados es sentirse misionero , decimos fácilmente, la vida es misión y la misión es vida , y es verdad, este binomio vida y misión se atraen y se exigen recíprocamente, pero no podremos tener vida en plenitud si no hacemos de ella un misionar, un salir para servir, un servir para construir, un construir para ser comunidad , una comunidad para vivir el amor fraterno.
Una Iglesia Fraterna 2Cor12,20
Ser una Iglesia fraterna es saberse hermanos y saberse hermanos es saberse que tenemos un padre común y por ello somos familia queridos por un Dios Padre que nos ama como a sus hijos.
Decir una Iglesia fraterna es tener presente que estamos llamados a una vida de hermandad , hermandad que nos lleva a vivir en unidad , unidad que nos lleva a vivir mirando unos por otros , a desterrar de nosotros toda división , enfrentamiento , animosidad , envicia chismes, murmuraciones y soberbias,La Humildad nos ayuda a vivir la fraternidad , en igualdad porque nadie es mas que nadie todos tenemos los mismos derechos y buscar el amor fraterno la fraternidad es buscar el bien del otro antes que el propio..
Fraternidad supone trabajar por una Iglesia acogedora, con espíritu de perdón y misericordia donde se es amado no por lo que hace, sino por lo que es , hermano tuyo.Como nos dice aparecida en su cap. V .”llamados a vivir en comunión. La vocación misionera es con vocación a la comunión en la Iglesia .No hay discipulado sin comunión .Ante la tentación muy presente de la cultura actual de querer ser cristiano sin Iglesia , nuevas búsquedas espirituales individualistas, la fe en Jesucristo nos llegó a través de la comunidad eclesial, y ella nos da una familia, la Iglesia católica,” nº 156AP
Lugares de comunión son la Diocesis , la parroquia comunidad de comunidades, y las comunidades eclesiales
Una Iglesia sinodal,
Sinodal es el apellido que lleva la Asamblea Eclesial Latinoamericana y del Caribe, hacia la cual nos queremos preparar, una Iglesia en salida como misionera pero unida por una misma causa , un mismo objetivo y una misma meta con mismo horizonte .Todos somos pueblo de discípulos misioneros de Jesus en salida.”
Sinodal que es el espíritu del Sínodo, asamblea, donde todos compartimos y escuchamos , damos y recibimos, caminamos juntos , no somos para paracaidistas, o francotiradores, cada uno por su lado, sino con una pastoral de conjunto, con criterios comunes con disponibilidad y docilidad al Espíritu , todos con diversas funciones pero bajo un mismo espíritu como el cuerpo tiene muchos miembros pero todos forman un solo cuerpo .
Donde no vale el clericalismo que dice el Papa es perverso porque no busca servir sino ser servido.
La Pastoral de conjunto que exige unir fuerzas, escucharnos y proponemos .en la Asamblea todos tienen voz para ser escuchados.
Ello exige una conversión personal y comunitaria, pastoral y parroquial. Que nuestro caminar como Iglesia sea verdaderamente como pueblo de Dios que cree, celebra y vive.