Sb.3,1. Rm 14,7-9. Jn. 14,2-3
Se nos fue el cantor pero no su canto, se nos fue el cantor pero no sus palabras, se nos fue el cantor pero no su caridad, se nos fue el cantor pero no su semilla ,se nos fue su cuerpo pero no su espíritu, se nos fue pero se quedó.
Francisco, Pancho como le llamábamos, como todo ser humano con sus defectos y virtudes paso por esta tierra dejando un rastro de generosidad y de amor, con la impronta de su ser soldado de la patria para terminar como soldado de Cristo, apóstol infatigable con su guitarra en la mano y con su garganta siempre dispuesta para el canto en la iglesia o donde hiciera falta animar, al final de su camino topo con un enemigo, la enfermedad de esta pandemia del coronavirus. En este campo de batalla pareciera que perdió esta batalla pero ganó la guerra, pareciera como a tantos que contemplamos el dolor de nuestro pueblo y la muerte desde fuera como nos dice el libro de la sabiduría: “La gente insensata consideraba su muerte como una desgracia su partida como una destrucción, a los ojos de los hombres como un castigo, pero la vida de los justos está en las manos de Dios y no los tocará el tormento …sufrieron porque Dios les puso a prueba y los encontró dignos de él…los que confían en Dios comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado.” Sab 3,1-9
Estas palabras nos deben hacer pensar que nuestra fe en Dios esta por encima de los criterios humanos y que los que tenemos fe sabemos que Dios tiene su planes y sus camino que muchas veces no coinciden con los nuestros. Pero la fe y esperanza cristiana, esta por encima del dolor y la muerte, nos cuesta aceptar la voluntad de Dios como le costó a Jesús cuando decía a su Padre Dios antes de su muerte en su oración en Getsemaní, “si es posible pase de mi este cáliz pero se haga mi voluntad sino la tuya”. Mc.14,36.
Hoy queremos ofrece esta eucaristía por nuestro hermano Francisco como oblación agradable a Dios y purificación de los pecados que todos cometemos, y necesitamos aceptar los caminos de Dios y pedirle que nos ayude siempre a seguirles aunque nos duela.
Sabemos que nuestro hermano Francisco en su vida intento vivir el lema del movimiento Juan XXIII al que tanto quería y por el que se desvivió, los que nos tocó compartir con él cada clausura de Retiro pudimos aprender su preocupación por los demás.
Oración y Sacrificio dos pilares que nunca faltaron en la vida de nuestro hermano como no debe faltar en la vida de todo cristiano, con Cristo todo sin Cristo nada, identificarse con Cristo es vivir la muerte y la resurrección de Cristo, él hoy por la misericordia divina, después de haber vivido la muerte con Cristo está viviendo la resurrección con Cristo a la que todos queremos llegar. A la final lo que queda de nuestra vida terrenal es el amor a Dios y al prójimo que hayamos hecho.
El fue sensible al necesitado, buscó servir y ayudar con caridad al prójimo, y en él descubrir a Cristo sufriente.Como dice Pablo “Ninguno vive para si ni muere para sí. Si vivimos para el Señor vivimos y si morimos para el Señor morimos, en la vida y en la muerte somos del Señor” 14,7.
Nos cuesta ser conscientes que somos peregrinos y que esta vida humana en esta tierra a la que nos aferramos tiene un pare en la aduana de la muerte y un siga en el inicio de la eternidad. La vida pertenece a Dios su creador y Él la da y la recoge. Y nosotros no ponemos ni el lugar donde comienza ni el tiempo cuando acaba. Porque como nos dice S. Juan de la Cruz “al final de la vida te examinaran del amor… Lo importante es vivir cada día amando con esa fe y esa esperanza de encontrarnos con ese cielo que Cristo nos ha conquistado y nos ha preparado junto a su Padre.
Quizá haya deseos de nuestra vida que se queden inconclusos en nuestro pensamiento, pero no por ello deben quedar sin cumplir. Pienso en el deseo y la ilusión que Francisco tenía de ver a su hijo Panchito siendo sacerdote de nuestra Iglesia, pero creemos que desde el cielo lo podrá ver y llegará el día que podamos celebrar con alegría lo que en su corazón era un deseo en la tierra.
Querido Panchito pídele a Dios que desde el cielo te ayude para hacer realidad vuestros sueños y seas sacerdote para siempre.
Como nos dice en S. Juan: “No se inquieten, en la casa de mi Padre hay muchas moradas y voy a prepararles un lugar y volveré para llevarles conmigo, para que donde yo esté estén también ustedes. Ya saben el camino para ir a donde yo voy… Yo soy el camino la verdad y la vida”. Jn.14,1-6.
Palabras preciosas que nos dan la paz a nuestro corazón, la paz y serenidad que les pedía Jesus a sus discípulos, no se inquieten, estamos tan inquietos y nerviosos por las cosas pasajeras que nos pueden hacer perder las que de verdad valen la pena conservar. Nuestra fidelidad a Dios y nuestra caridad al prójimo.Salgamos de esta eucaristía fortalecidos en nuestra fe y esperanza.
Querida familia de nuestro Querido Francisco cuenten con nuestra solidaridad y oración en estos momentos de dolor y vacío que causa la pérdida de un ser querido como un padre de familia como lo hemos experimentado en nuestra propia vida. Pongan su confianza en Dios como la tenia él, Dios nunca abandona al que el Él confía.
Movimiento Juan XXIII se os fue al cielo un líder de vuestro movimiento apostólico pero saber que las obras de Dios las dirige el Espíritu Santo déjense guiar por el espíritu Santo y sean fieles al momento de gracia que Cristo les hizo vivir en sus vidas. “Oír la voz de Cristo, reconocer su amor, entregarse y dejarse curar por Él, experimentando su gracia y la invitación a seguirlo”, en amor entrega y sacrificio, llamados a servir en la Iglesia como apóstoles y testigos del amor de Dios.
Agradecemos a Dios por la vida de nuestro hermano Francisco que nació en esta tierra amazónica, que sirvió en esta tierra, que murió en esta tierra y que vive en la eternidad con Dios en quien creyó y a quien amó. Que en el cielo un día nos podamos encontrar con él.