Por una educación fiscomisional unida, sinodal y fiel a su identidad.
I. Cor. 12, 12-27 / Sl. 23 / Mt. 25, 14-28
Queridos educadores de nuestros centros educativos Fiscomisionales en la Amazonía:
Cuando la Iglesia nos esta invitando a vivir la Sinodalidad, y convoca un Sínodo para hacernos entender que debemos caminar juntos como pueblo de Dios que camina guiado por el mismo Espíritu, pienso que esta sinodalidad eclesial, se debe reflejar en acciones concretas que demuestren esta identidad de ser una Iglesia que camina unida con el mismo ideal, conscientes de que todos nos necesitamos como hoy la palabra de Dios del apóstol Pablo a los Corintios nos compara con el cuerpo humano, una maravilla creada por Dios de la que debemos aprender, los miembros del cuerpo aún siendo muchos forman un solo cuerpo, blancos o negros, esclavos o libres todos somos bautizados en el mismo Espíritu y se nos da a beber del único Espíritu.
Ser Cuerpo, tomar conciencia de ello es el primer pensamiento que nos lleva a cuestionarnos ¿de verdad me siento parte de ese cuerpo que es la Iglesia? La cuestión de pertenencia a ese cuerpo nos da la identidad primera de nuestro vivir como cristianos. Hay mucha gente que se dice cristiana católica pero no manifiesta con su vida y sus palabras que de verdad pertenece a ese cuerpo que es la Iglesia. Hoy más que nunca se necesita manifestar esta identidad católica en medio de una sociedad globalizada y a la vez fragmentada.
Por ello, hoy como Iglesia católica que evangeliza a través de la educación, no podemos dar la espalda a los desafíos que tenemos como Iglesia en la Educación cristiana. Todos somos parte del mismo cuerpo “aunque el pie diga yo no soy mano por eso no soy del cuerpo no por esto deja de ser del cuerpo” quizá podamos tener diferentes vacíos o cualidades pero todos podemos aportar para responder a los problemas de nuestra Iglesia como cuerpo.
Ser miembro necesitado, además de ser y conformar el cuerpo, somos miembros necesitados de ese cuerpo, nos lo pone muy claro la palabra de Dios que hemos escuchado, “el ojo no puede decir al pie no te necesito ni la cabeza a los pies no los necesito”.
Por experiencia sabemos que así como en el cuerpo humano todos los miembros somos necesarios para cumplir bien la misión. Igualmente en nuestra tarea como Iglesia en la educación, el individualismo es una falsa salida que empobrece y que no lleva a la solución de los problemas, al contrario les agrava e impide tener la fuerza que la unión de los miembros pueden conseguir para todos. Por ello la dimensión de la Comunión en la Iglesia y en la sinodalidad es una necesidad, necesitamos evitar la división que es el enemigo mas grande de las instituciones y de los pueblos, un desafío que siempre puede saltar como amenaza en nuestras relaciones institucionales, por eso la palabra nos dice: “más bien cada uno de los miembros preocúpese de los demás, preguntarnos hoy también, ¿soy consciente que nos necesitamos unos de otros?
Ser miembros solidarios. Compartir es la expresión de la solidaridad ante la necesidad del otro, ser consciente de que lo que yo hago o dejo de hacer repercute en los demás por ello nos dice la palabra Cuando uno sufre todos los demás sufren con él. y esto el cuerpo humano es una realidad que hemos vivido, ej. cuando nos duele la cabeza todo el cuerpo se siente dolorido. Que importante que nosotros como miembros de este cuerpo educativo de la Iglesia comuniquemos nuestros dolores, nuestros problemas para juntos ver las medicinas que necesitamos para sanarnos.
Siguiendo la pedagogía del gran maestro Jesús para explicar el Reino y nuestra misión en él, nos pone la parábola de los talentos (Mt. 25,14-30) para recordarnos que todos hemos recibido cualidades y capacidades que hemos de poner a trabajar para construir su Reino, y se nos pedirá cuenta de nuestro trabajo, como administradores de lo que se nos confía, en la Educación la tarea que se nos ha confiado es muy valiosa y a la vez muy importante, miles de jóvenes son dejados en nuestras manos para que hagamos de ellos los hombres y mujeres del futuro, tremenda responsabilidad la nuestra, la formación de nuestros alumnos, nos estamos jugando el futuro de nuestra sociedad, de nuestras familias y de nuestra Iglesia. No hay tarea más importante que la del maestro.
Educar en valores del evangelio que nos ha enseñado Jesús, es el mejor servicio que podemos hacer a la sociedad, educar en la fe, la paz y la esperanza, en la justicia y el amor, es la mejor calidad de educación que los padres esperan de nuestros centros educativos. Los conocimientos que el alumno aprenda no dependerá de lo grande o pequeño que sea nuestra escuela o nuestro colegio sino de la grandeza espiritual que nosotros como educadores cristianos pongamos en nuestro trabajo gente responsable y la fiel a nuestra misión que se nos ha confiado.
El final de la parábola nos presenta a un Dueño que juzga el trabajo y premia el trabajo hecho con responsabilidad y condena al vago que no ha trabajado. “Porque al que produce se le dará y tendrá en abundancia pero al que no trabaja se le quitará hasta lo que tiene”. Mt.25,28
Todos recibiremos el premio al esfuerzo de la fidelidad, “servidor bueno y honrado porque has sido fiel en lo poco, te confiare mucho más ,pasa al banquete de tu Señor” Mt.25, 21, ser coherentes a nuestra identidad y fidelidad de educadores católicos, podemos tener una jaula de oro si los pájaros que ponemos no saben cantar, habremos fracasado en nuestra misión, si nuestros alumnos que un día saldrán de nuestros colegios no saben volar se estrellarán con los peligros del mundo donde deben trabajar.
Hemos de ser educadores que demuestren con su vida su fe, que enseñen con su testimonio y ejemplo donde los alumnos puedan ver en su profesor no solo la sabiduría de conocimientos, sino también el rostro de un padre, alguien que le escucha, que le acompaña que le enseña para vivir, ser sembradores de paz frente a la violencia, sembradores de verdad frente a la mentira y la corrupción, sin discriminaciones ni diferencias, sin favoritismos, siendo justos y leales.
La educación es un derecho de la persona que nunca debe politizarse, donde los padres puedan elegir según sus creencias el estilo de la educación de sus hijos, eso es democracia, no un control totalitario que en vez de favorecer el crecer de nuestro centro educativos dificulten el desarrollo de una educación de calidad según los principios de libertad y fraternidad.
Nuestro objetivo como Iglesia, evangelizar es llevar la vida como diría Jesús, “he venido para que todos los pueblos tengan vida y una vida en plenitud”. Jn.10,10.
El premio final está en las manos de Dios que nos dará si somos sus fieles trabajadores, no nos dejemos vencer por las dificultades, unidos siempre construyendo y viviendo los valores del Reino de Dios que dan fundamento a la paz y la justicia que necesita nuestro país y el mundo.