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XXV ANIVERSARIO DEL SEMINARIO MISIONERO STA. MARÍA LA MAYOR

noviembre 29, 2021

El joven rico. Lc. 18, 17ss ¿a qué renuncia me pide el Señor para seguirle?

Cuando hoy celebramos un cuarto de siglo de la fundación de nuestro seminario desde aquel 29 de noviembre del 1996, en que inaugurábamos el edificio construido en Quito para que pudieran estudiar en la universidad y recibir la formación académica necesaria para ser sacerdotes. Eran siete seminaristas los que empezaban aquel día 1, cuatro del Vicariato de Puyo y tres del Vicariato de Aguarico.

Hoy queremos de nuevo preguntarnos ¿para qué existen los seminarios, cuál es la tarea del seminario? y ciertamente, todos sabemos que en un seminario hay seminaristas y formadores, seminaristas que son jóvenes, que quieren seguir a Jesús, y sacerdotes que no solo enseñan quién es Jesús sino que acompañan para discernir, si es verdadera la llamada que estos jóvenes dicen sentir en su corazón como vocación sacerdotal y enseñar como seguir y conocer a ese Jesús.

Una tarea nada fácil, si es difícil aprender a seguir a Jesús más difícil es discernir y formar a los futuros discípulos misioneros de Jesús para ser los pastores que se identifiquen con Jesús maestro y amigo.

Hemos escuchado la inquietud de aquel joven bueno, que quería saber ¿qué hacer para conseguir la vida eterna? Una pregunta muy buena, como tantos jóvenes que son buenos para estudiar incluso para aprender, pero son jóvenes como diría el Papa, jóvenes de fotocopia es decir de solo aprenderse lo que está escrito tal cual, como tantos cristianos solo les interesa el cumplimiento de las normas y de los reglamentos y como tranquilizar la conciencia. Pero hay otros que ciertamente sintiendo esa llamada de Jesús quieren identificarse con él y asumen ese proceso en el seminario.

Jesús le responde al joven que le preguntó que tenía que hacer no que tenía que saber, “que cumpla los mandamientos”, del dicho al hecho hay un gran trecho, saber sabemos muchas cosas, también los mandamientos de Dios e incluso de la sociedad en que vivimos, y verdaderamente ese joven bueno se esforzaba en cumplir los mandamientos, pero eso no le llenaba ni le satisfacía en su corazón, por ello el lo afirma, ”todo eso lo he hecho desde pequeño“ y Jesús no se lo niega que los estuviera cumpliendo desde niño, nos dice el evangelio que lo miro con cariño, pero conocía su situación y por ello le dice, te falta una cosa, vende lo que tienes dalo a los pobres y luego ven y sígueme. Sabía que era rico y que las riquezas le impedían seguir a Jesús.

El joven había pasado el examen de la teoría pero le faltaba el examen de la práctica, seguir a Jesús, y seguir a Jesús que exigía desprenderse de sus riquezas, lo cual el joven no aprobó el examen del seguimiento de Jesús, perdió la oportunidad de conocer a ese Jesús maestro que transforma y llena el corazón, que va más allá de las apariencias, que exige no confiar su vida en las riquezas y el dinero, una tentación que cada día se hace más difícil de vencer, una trampa que a tantos hace caer en la idolatría del dinero o las riquezas, el consumismo nos arrastra, la codicia del tener nos devora, las riquezas amarran el corazón como le pasaba aquel joven que no quiso desprenderse de sus riquezas para seguir a Jesús y se fue triste a su casa.

Una exigencia muy importante, que se convertirá en ese consejo evangélico por el que se renuncia a tener cualquier cosa como propia, desposarse con la hermana pobreza como el hermano Francisco de Asís, es una lección difícil, no de aprender, sino de practicar ¿a qué estoy dispuesto a renunciar? renunciar a las riquezas, al matrimonio y a las comodidades mundanas para amar a Dios sobre todas las cosas. Con un corazón libre e indiviso.

A los discípulos que seguían a Jesús le parecía imposible hacer ese desprendimiento, ante la afirmación que Jesús hace, ”más fácil entrar un camello por el ojo de una aguja que un rico entrar en el cielo”.

Pero Jesús les miró fijamente y les dijo, para los hombres es imposible pero no para Dios porque todo es posible para Dios.Por ello, contar con un seminario es muy importante, ese espacio donde aprender y discernir por donde nos llama Jesús a caminar en esta vida. Pero mucho más importante es contar con jóvenes que quieran seguir a Jesús con ese desprendimiento y estar dispuesto a dejar nuestras riquezas para adquirir la gran riqueza que es Jesús.

Hoy es día de dar gracias a Dios de tener un seminario y contar con seminaristas que quieren seguir a Jesús, y no solo para aprender de Él, sino para identificarse con Él, eso no se aprende de la noche a la mañana, se necesita hacer un camino de formación el que hacen estos jóvenes seminaristas que hoy están en nuestro seminario, y los jóvenes que buscan como el joven rico ser felices en su corazón, a veces amarrados al dinero y a tantas otras cosas que les impiden dar una respuesta generosa para decir Jesús, quiero seguirte.

Seguir a Jesús aunque ese seguimiento sea difícil y a veces parezca imposible llegar a la meta, nada es imposible para Dios. Si Dios está con nosotros todo nos será posible alcanzar. Como diría Sta. Teresa: quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta.

Porque los sacerdotes que se forman en nuestro seminario tienen un apellido, “misioneros” y ser misionero es estar dispuesto a salir de si mismo, a dejar cosas y arriesgar por Jesús.

Hoy debemos orar por estos jóvenes seminaristas que están en camino para ser sacerdotes misioneros y servir a sus hermanos necesitados de este servicio que solo los sacerdotes pueden hacer como nos recordara en su exhortación Querida Amazonía. Darnos a Cristo en la Eucaristía, perdonar los pecados en nombre de Jesús.

Por ello, rueguen al dueño de la mies porque la mies es mucha y los obreros son pocos.

Pedir a Dios para que haya formadores que puedan cumplir esta misión tan difícil como importante para que en verdad puedan aprender el camino y descubrir lo que Jesús pide a los futuros sacerdotes misioneros para nuestra Amazonía en que vivimos. Partiendo de esta realidad y de las culturas que en esta tierra se viven.

Que Dios nos lo conceda y que María gran discípula y maestra del primer sacerdote nos acompañe, que Sta. María la Mayor que es patrona de nuestro Seminario nos proteja y acompañe.